Se venden países 국가 판매

(서투른 한국어 양해 부탁)
노르웨이의 어떤 회사가 가나의 땅 38,000 헥타르를 구매
한국/미국의 대우사는 마다가스카르의 땅 백만 헥타르를 99년 임대
라오스: 2백만에서 3백만 헥타르는 해외 회사의 소유물이 되었음.현재에도 부국 국가의 회사가 세계 식품 시장을 집애하지요. 그러나 이런 것을 보면, 앞으로는 더 그럴 것이고, 소위 개발 도상국에서는 식량 접근이 더욱 힘들어질 마련이다, 라는 생각이 듭니다.
FAO (UN의 식량 농업 기구)에서도,  신자유주의의 이런 정책에 대해서 “식민주의 의 한 형식”이라고 합니다.
부국의 회사가 가난한 나라의 땅을 사버리면은 그 농작물은 현지인을 위한 식량이 못 되고 부국에 보내서 부국에서 판매될 마련이지요.
농작물도 그렇고, 풍력도 마찬가지로,  그런데 그 뿐 아니라, 역시 노동력도 현지인을 위한 소규모 농업이나 산업 등에 아니라 수출 될 상품을 처리하는 산업에 집중이 되면서 (외부 부채를 갚기 위해) 현지가 더욱 가난해질 셈이지 않습니까.
반면에, 신자유주의의 “지구화”가 안들어가 있는 나라 (쿠바 등)에서는 아무리 농지*산업*등에 문제가 생겨도 그 해결을 현지에서 할 수 있습니다.
출처: 기자이자 작가 Pascual Serrano의 블로그 pascualserrano.net

El pasado 30 de noviembre, un muy documentado reportaje del periódico Público repasaba la ofensiva de varios países ricos que se han lanzado a comprar grandes extensiones de cultivo en el Tercer Mundo. Las cifras son elocuentes, veamos algunos ejemplos: una compañía noruega adquirió 38.000 hectáreas de Ghana a un jefe tribal, la coreana Daewoo alquila por 99 años un millón de hectáreas de Madagascar; y en Laos, entre dos y tres millones de tierras cultivables han ido a parar a manos de compañías extranjeras. No hace falta estudiar mucho para llegar a la conclusión de que estos negocios supondrán el control, todavía mayor, de la alimentación por parte de las grandes empresas de los países ricos y dificultará, más aún, el acceso a la alimentación en los países del Sur que no serán ya dueños ni de sus tierras. La FAO no ha dudado en considerarlo “una forma de colonialismo”.

Durante muchos años el discurso político ha estado dominado por las odas al libre comercio y el aplauso a la inversión extranjera. Estas macrotransacciones se ajustarían perfectamente a estas dos fórmulas, y difícilmente se podrá dudar de sus trágicas consecuencias para la comunidad internacional en general y los habitantes del tercer mundo en especial. Dejar la explotación agrícola en manos de extranjeros supone la posibilidad de que las cosechas que podrían alimentarles mediante una humilde agricultura de subsistencia acabarían dedicadas a la exportación hacia los países ricos, donde ciudadanos con mayor poder adquisitivo estarían dispuestos a pagar más por ellas. Ya sucedió con la mano de obra local, que se tenía que dedicar a manufacturar en condiciones de explotación productos para la exportación con los que lograr divisas para pagar su deuda externa.

Las impresionantes ventas de tierras del sur a grandes empresas extranjeras muestran la cara más insultante del mercado y del modelo económico vigente, esas operaciones convierten en una ridícula caricatura los procesos de descolonización del siglo pasado. De qué les sirve la independencia política a los países africanos o asiáticos si sus tierras, su territorio, terminan compradas por una empresa europea.

Vale la pena comparar la pasiva aceptación de los gobiernos que permiten ese pillaje con las políticas de otros, como el cubano, donde ningún extranjero puede comprar ni tierra de cultivo, ni siquiera una propiedad inmobiliaria. Por difícil que pueda ser la situación de la alimentación y la agricultura cubana, siempre la podrán resolver cultivando más y mejor sus tierras, algo que nunca conseguirán hacer los habitantes de Madagascar, cuyos campos son propiedad de una empresa coreana.

Esta barbaridad neocolonial debe servir, de una vez por todas, para romper esos tópicos que defienden la libre compraventa como mecanismo de desarrollo y progreso y mostrar la patraña que supone la inversión extranjera como motor de crecimiento de un país.

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